Fácil es la ausencia/ Reseña
Esdras Camacho
Sentí el placer de concluir la lectura de un libro más “Fácil
es la ausencia” de Ulises Flores y enseguida apareció la nostalgia producto de
la historia leída, una historia sino verídica, añorada y posible.
Mientras iba leyendo en el último de las dos mañanas que dediqué
a la lectura percibí que el autor ha conquistado lo que pocos, ser novelista y
poeta; entre otros oficios que cultiva como Historiador y Academico de la
Universidad Pedagogica Nacional; Unidad 072 con sede en Tapachula.
Conozco poetas que no son novelistas o, que si lo intentan
no lo alcanza en la dimensión exacta.
La anécdota que comunica Mariano el protagonista es el candoroso
juego del amor preparatoriano que es temporal a veces, y como premio por un
deseo no pronunciado al infinito se vuelve eterno.
Mariano es poeta y dice una mañana luego de amanecer al lado
de Grecia “…En navidad no era necesario un árbol, porque imaginaría que sus
ojos lo eran y serían sus lagañas, las esferas”.
Hay en los 26 mini capítulos que conforman la novela
recurrentes atisbos de poesía romántica, lo narrado va de lo pueril a lo onírico,
convence que quien escribe es un verdadero amante de la belleza de la palabra y
de la vida, además de que en sus descripciones también aparece continuamente la
filosofía popular que nos han heredado por generaciones nuestros padres: “Dice
mi madre, el dinero es de este mundo… nosotros no”.
Este poeta ama y pasa de las palabras a los hechos, cuando escribe
comunica que lee no solamente libros, sino los instantes que la convivencia con
los otros le proporciona.
Me imagino este libro como cuando el papá pregunta a sus
hijos ¿Quieren saber la historia de mi amor con su madre? Y ellos azorados
responden sí.
Pienso que todos debemos leer historias así, frescas, con el
gozo de que lo que el ser humano es dueño siempre es el ahora, y el futuro un
poema que soñamos para nosotros mismos.
Agradezco que el autor me haya convidado alegremente este ejemplar que es entretanto un bocadillo,
porque estoy convencido que aun nos tiene preparado otro platillo literario igual de suculento.
La máxima que corona este libro es un pensamiento del
personaje que colocaría en el árbol un “Puto el que lo lea y no suspire”.
Motozintla Chiapas
24/09/2019
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