martes, 11 de noviembre de 2025

ODISEAS POSMODERNAS

Odiseas posmodernas es una reflexión profunda sobre los imaginarios y las nuevas divinidades que gobiernan las estructuras dominantes en la actualidad. Desde una escritura crítica y evocadora, la columna explora los mitos modernos, los símbolos sociales y las narrativas culturales que moldean la vida en tiempos de incertidumbre y cambio.







 

jueves, 6 de noviembre de 2025

Era el año 1992 #Motozintla

ESDRAS CAMACHO: Días de bachillerato: #EsdrasCamacho 

Era el año 1992 y nos tocaba el nivel medio superior. El desafío era el examen de admisión, la matrícula era reservada para 80 y tantos alumnos de nuevo ingreso. A mis amigos les decía: "El que nada sabe, nada teme", pero yo temía no acreditar y me preguntaba ¿Qué camino seguir? Días antes del examen, los maestros convocaron a un curso propedéutico donde vimos a algunos que permanecerían y a otros que no.

 

La escuela estaba ubicada en las afueras de la ciudad, daba la impresión de haber sido un campo de cultivo o pastizal para ganado. El edificio era seminuevo, algunas aulas estaban recién construidas, iluminadas y ventiladas. En la plaza cívica se distinguía un pequeño templete para izar la bandera durante los homenajes. No recuerdo mucho de eso; quizá no había homenajes, o quizá yo no asistía.

 

El horario era de 3 de la tarde hasta las 9 de la noche. Vespertina, ya que la mayoría de los maestros enseñaban por las mañanas en la secundaria Diurna del Estado Motozintla. Esto también permitía a los alumnos aprovechar la mañana para hacer las tareas en la biblioteca o ayudar en casa con las labores domésticas.

 

El ingreso era ordenado, pero la salida era un tumulto; a veces formaban una gran cadena de brazos humanos y a veces se les ocurría hacer la travesura de atravesar un viejo chasis de un vehículo abandonado, para imposibilitar el tráfico vehicular.

 

La mayoría de nosotros íbamos en bicicleta. El camino de ida tenía una inclinación, siguiendo el cauce del río; disfrutaba sintiendo el aire que se formaba en una bolsa entre la tela de mi espalda y mi piel. Al llegar, estacionábamos las bicicletas frente a la oficina de prefectura, junto a una docena o veintena de otras.

 

A veces, al regresar conducíamos con la mano izquierda en el manubrio mientras caminábamos. Recuerdo que aquellos que no tenían ni novia ni bicicleta se ofrecían a traerlas de vuelta a la zona urbana y dejarlas en el domicilio del propietario.

 

En dos o tres paredes se apreciaban murales de Delgadillo, un destacado pintor, escultor, grabador, muralista y activista político que fue invitado por profesores afines a la ideología política de izquierda en los primeros años de la década de los 80. Para 1994, la Secretaría de Educación instruyó borrarlos por temor a que la población siguiera teniendo como máxima la lucha por la justicia social.

 

Se nos informó que debíamos llevar uniforme, idea que a algunos no les convenció, pero todos debíamos aceptar. Debido al poco personal, los alumnos descubrieron unos desperfectos en la malla perimetral por la parte trasera, junto al canal de desagüe, por donde se colaban. Otros esperaban en la tienda de enfrente, sabiendo que después de las dos primeras horas quitaban el candado del portón y podían ingresar sin dificultad.

 

Algunos maestros nos daban una, dos o tres hojas para estudiar para el examen; otros llenaban el pizarrón de números, logaritmos, polinomios, escalas, curvas cuadráticas, entre otros. En el laboratorio de química, se nos invitaba a descubrir las moléculas de una gota de sudor, saliva, sangre o semen.

 

El maestro Daniel Corona nos animaba a ver por las ventanas el verdor de los cerros, diciendo: "El verde es el único color que no daña la retina". Gumán Coronado nos hablaba del cooperativismo rural, Salazar de Rubén Darío y su "ya viene el cortejo", Catalli de los productos notables y algebraicos. En esos días, comencé a frecuentar la biblioteca: "¿Qué libro necesitas? Te paso los de química, física o matemáticas". Sin embargo, yo solo quería seguir leyendo la nueva antología de poesía mexicana y otros más.

 

Anualmente se realizaban concursos de declamación y oratoria, dónde se seleccionaba a quienes representarían a los destacados en los eventos regionales y estatales. Algunos tuvieron el privilegio de demostrar su talento en ciudades grandes. No a todos les interesaba, por eso durante esas horas se quedaban en la plaza cívica escuchando a otros que llevaban sus guitarras y cantaban canciones de Juan Gabriel, El Tri o los Temerarios.

 

En 1994, un año antes de mi graduación, uno de los profesores de ciencias sociales nos compartía semanalmente los comunicados del líder del movimiento armado de la selva lacandona. Él deseaba que tomáramos conciencia de la afrenta a la sociedad del neoliberalismo, del perjuicio de la macroeconomía en los bolsillos de las familias mexicanas, del despertar de la conciencia a través del discurso poético y literario del Sup. Nosotros, sin embargo, solo pensábamos en las atractivas compañeras de primero a tercero que provocaban suspiros arrebatados de amor y desengaños con sus miradas.

 

Lo que tuviera que pasar, sucedería. El futuro estaba aún lejos.

 

Eran nuestros días de bachillerato.

 

ODISEAS POSMODERNAS

martes, 20 de mayo de 2025

Allá en el campo de aviación



Yo recuerdo cuando fui niño, algunas veces íbamos al campo de aviación en Motozintla, que era zona de esparcimiento para las familias, algunas iban a estudiar, leer, ver el cielo, jugar pelota, jugar a las atrapadas, beisbol, volibol, volar barriletes, etcétera. Y cuando comenzaban las lluvias íbamos a buscar los nidos de zompopo y recoger hongos “ishcabilack”


El campo de aviación tenía varios usos, allí también pastaban animales de corral, y ganado porcino, equino y vacuno. Allí llegaban algunos a aprender a conducir, carro, bicicleta o cualquier vehículo, algunos aprendieron allí a besar, allí se citaban con sus enamorados, a beber por primera vez bebidas alcohólicas, y otros hacerse respetar con los puños. Esa zona era bastante importante en el ocio de la sociedad de esa época.


Cualquier día de pronto, se escuchaba en el cielo primero un sonido lejano, luego más cerca el rugir de los motores de la avioneta. Hacía allá íbamos en bandada los curiosos a ver quien había venido y que aspecto tenían. Esto recuerdo ocurría con frecuencia. 


Corría el río Chelajú, era un río lodoso, de aguas fétidas, las personas lo atravesaban sobre grandes piedras procurando no caerse, algunos caían. Otros para evitar accidentes lo atravesaban descalzándose y caminando entre la corriente de aguas. 


También estaba ahí el gran campo de futbol soccer, referente significativo para la historia de vida de una o dos generaciones. Veía una pasión única entre los espectadores, que coincidía con la de los jugadores, algunos literalmente daban el alma en la cancha de juego. El campo no tenía césped, en las porterías colgaban las redes para atrapar las pelotas, pero esas redes debido al uso estaban ya incompletas y a la hora de anotar los goles, por la fuerza de los golpes a la pelota pasaban siempre de largo y había que ir por la pelota hasta los canales de desagüe. Recuerdo y vi que algunas veces los jugadores tenían que espantar a las bestias de carga o cerdos que ajenas a la emoción del partido se iban a echar dentro de la cancha despreocupadamente. 


En las tribunas, algunos con un boletito que habían comprado aguardaban expectantes la lectura a través de un viejo equipo de sonido el anuncio del ganador de la rifa de los pollos asados. 

 

Yo iba allí con mi bicicleta a jugar carreras, comprábamos alguna fruta o chicle con los pocos pesos que nos habían dado como gasto nuestros padres. Era una oportunidad para sentir el aire fresco que no se sentía en las calles, eran aires de libertad que acariciaban nuestra infancia. 


Cuando se hacían desfiles ya sea de conmemoración de la revolución o celebración de la independencia de México, éramos convocados allá, a primera hora. Los contingentes eran numerosos, porque desfilaban las escuelas completas, con todos los alumnos de primero a sexto grado en la primaria, de primero a tercero en la secundaria y en la prepa. Ya después idearon que se hiciera solo con una representación de todos los estudiantes. 


Allí me tocó ver a otros niños que se entretenían observando a escarabajos empujando diminutas bolas de estiércol de vaca. Esto era todas las tardes, los niños jugaban a robarles las bolitas, escondiéndoselas, y otros como yo, veíamos absortos eso. 


Recuerdo con nitidez a Víctor Hugo Roblero Hernández que con cámara de 8 milímetros en mano videograbó una tarde la atmósfera del lugar, estuve allí en medio de la poesía.  Estos recuerdos se unen a las de varios. Imágenes tatuadas en nuestra memoria. 


#EsdrasCamacho

20/05/2025


miércoles, 12 de febrero de 2025

*Un Tapachulteco por el mundo" Se presentó en Motozintla*

 

*Un Tapachulteco por el mundo" Se presentó en Motozintla*

 








El escritor Tapachulteco Hernán Becerra Pino presentó su más reciente obra el 11 de febrero de 2025 en el auditorio municipal de Motozintla, acompañado por miembros de la Asociación Cultural Oro de Motozintla. El evento fue conducido por el Mtro. Hazael David Pérez González, quien destacó que uno de los objetivos de la asociación es promover la creatividad, el conocimiento y la apreciación de las bellas artes.

El guitarrista Adolfo Eugenio Soto Roblero cautivó a aproximadamente doscientos asistentes, que incluían profesionales, estudiantes de la Preparatoria del Mariscal y del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios 243, así como invitados especiales como Hermelindo Roblero Zunún, fundador de la Casa Museo “Tata Herme”, y Magdalena Villegas, directora de la Escuela Secundaria del Estado Motozintla. Los presentadores Esdras Camacho Jagger y Victor Hugo Roblero González resaltaron la importancia de la narrativa testimonial del autor, quien ofrece valiosos datos para futuros viajeros.

Camacho Jagger expresó que "es un libro que puede inspirar a que los lectores decidan también emprender la aventura de viajar, porque viajar es leer el mundo". Roblero González añadió su agradecimiento por elegir Motozintla como sede para esta primera presentación en Chiapas, deseándole al autor mucho éxito.

La obra "Un Tapachulteco por el mundo", publicada en 2024 por el Gobierno del Estado de Chiapas a través del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, consta de 152 páginas donde Becerra Pino reflexiona sobre historia, economía, turismo, política y gastronomía, compartiendo sus experiencias en más de 120 países.

La realización de este evento ha tenido un impacto positivo en la comunidad local al fomentar el interés por la literatura y las artes. La presentación promovió un sentido de unidad y colaboración entre diferentes sectores de la sociedad. Además de fortalecer y estimular el turismo cultural en la región.