sábado, 25 de abril de 2009

EUSEBIO RUVALCABA



Eusebio Ruvalcaba: el político no me importa.
By: Carballo, Marco Aurelio
Publication: Siempre!
Date: Thursday, February 26 1998

Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, Jalisco, 1951) escribe diversos géneros y ha publicado, entre otros libros, Un hilito de sangre, ¿Nunca te amarraron las manos de chiquito?, Gritos desde la negra oscuridad y otros poemas místicos, Las jaulas colgantes y Primero la A.

A propósito de su participación en la antología de cuentos Todos los niños, que va en la segunda edición, se le preguntó:
--¿QUÉ TE SIGNIFICO HABER ESCRITO EL SECRETO PARA ESA ANTOLOGIA?
--Lo que significa para mí escribir cualquier cuento, en lo que se refiere a la experiencia escritural. Esto es, la aventura de emprender un viaje sin saber hacia dónde apunta el final, sin saber si la nave naufragará en el ínter o cumplirá su cometido.
--¿COMO HAS LOGRADO MANTENERTE ALEJADO DEL PODER, DEL PRINCIPE?
--Porque nunca me han llamado, ni el poder ni el príncipe. O tal vez porque tengo dos manos con qué trabajar, y hasta hoy no me he visto en la necesidad de pedir prebenda de ninguna especie. Pero la verdad no creo que a ningún príncipe le interese llamarme a su corte. Soy tremendamente aburrido, mal educado, arisco y misántropo.
--¿QUÉ OPINAS DEL POLíTICO MEXICANO EN GENERAL?
--Lo mismo que opino de un electricista o de un cirujano. Me tiene sin cuidado.
--¿QUÉ ESTIMULOS NECESITAS PARA ESCRIBIR?

--Aunque al momento de sentarse a escribir nunca está de más un poco de alcohol (al principio, después se convierte en un estorbo), creo en el relámpago de la inspiración. Eso que algunos llaman el talento, otros el destino o el azar y, unos cuantos despistados, Dios. Eso que de pronto, en la fugacidad de un instante, te permite ver la obra (cuento, novela, ensayo o poema) en todo su relieve, magnificencia e imposibilidad de resolver. Desde luego, la inspiración (a la que yo llamo Dios) te lleva de la mano única y nada más hasta donde termina la primera línea. El resto del trabajo cambia de nombre, se llama chinga.
--¿COMO TE AUTODEFINES?
--Como un hombre que trata de no meterse con nadie para que nadie se meta con él, Como un escritor que siempre tiene cosas más importantes que hacer que sentarse a escribir, y que las hace. El amor, beber (de preferencia a solas, pero también uno o dos, si acaso tres, amigos), escuchar música, dejarse arrastrar por los vientos de la música, espiar, dormir, rascarse la barriga; jugar con los hijos, leer un par de líneas, de preferencia poesía; evocar al padre, visitar su tumba; comer un buen plato de mariscos. Este hombre se definiría como un escritor que no cree en la cultura ni menos en ningún compromiso que implique ese concepto que se llama sociedad o humanidad; como un escritor que piensa que su importancia es hacia dentro y no hacia fuera, de tal modo que un escritor no tiene por qué exigir ningún trato especial, cuando menos no más allá de lo que se merece un albañil o el Presidente, en el orden que se quiera.

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Las cuarentonas.
By: Trejo Fuentes, Ignacio
Publication: Siempre!
Date: Thursday, June 25 1998

Eusebio Ruvalcaba:

Hace unos meses comenté en este espacio el libro Primero la A, de Eusebio Ruyalcaba, en el cual el infatigable y brillante poeta, cuentista y novelista se divierte --y nos diviertecomo loco hilando ideas en tomo a la escritura; afirmé que se trata dé uno de los escritos más deliciosos de cuantos he leído en años. Ahora, Eusebio da a conocer un volumen de ensayos de corte y tono similares, así sea que su materia prima sea del todo distinta, aunque no menos bella e importante: Las cuarentonas (consideraciones sobre la mujer, el amor, la noche y temas afines).

Para empezar habría que decir que muy pocos escritores mexicanos (principalmente los jóvenes) se atreven a tocar asuntos como estos; cuando lo hacen, es a través de poemas, cuentos, novelas, crónicas..., pero no de ensayos, de elucubraciones sin ataduras. Supongo que por ese carácter ensayístico, tales textos provocan escozor en quien pretenda escribirlos, y luego, una vez publicados, en los lectores: ¿quién soy yo para hablar con tanta autoridad y desfachatez de esas cosas?, ¿quién se cree este escritor para hablarnos así? Eusebio se atreve, escribe sobre temas tan escurridizos y lo hace muy bien.

Porque ciertamente el asunto de las es mujeres, el amor, la noche, etcétera, es de lo más peliagudo. ¿Por qué? Porque se trata de entidades más bien inasibles, etéreas, de las cuales cada quien puede conjeturar y es seguro que de manera diferente. ¿Quién puede tener la razón?, ¿qué juicio o pronunciamiento puede jactarse de ser el correcto, el irrebatible? Ninguno, por supuesto. Y a sabiendas de esto Ruvalcaba suelta su ronco pecho: y a quien no le guste que suelte el suyo, que diga sus rázones.

En la primera parte de su libro, el autor habla del liguero, el brasier, la falda, los tacones, la cama y la tanga; en la segunda, de la noche, el alcohol, el agua y las malas palabras; en la tercera, de las manos, las axilas, los senos, la lengua, el pelo y el sudor; en la cuarta, de las prostitutas, los travestis, las buenísimas, las cuarentonas, la veinteañeras, la púberes, las señoras, las criadas, las ex y las novias; en la quinta, de hacer el amor, de la seducción, del deseo y de las posiciones; y en un apéndice hace siete aproximaciones al amor.

No podrá negarse que discurrir en torno a estos tópicos es un auténtico reto, y sin embargo, Eusebio no sólo lo afronta sino lo resuelve con inteligencia y, se infiere, conocimiento de causa, aparte de que expone sus reflexiones con una calidez notable, apoyada en la buena, disfrutable escritura.

Cuando uno recorre las páginas del libro va haciendo, junto con el autor, sus propias conjeturas, hila su propio discurso, da sus opiniones y las coteja con las de aquél, lo que hace de la lectura algo como un juego, una confrontación de apreciaciones. Por supuesto, y porque están escritas por un varón, estas ideas pueden parecer, de entrada, machistas, o por lo menos unilaterales. Pero en el fondo no es así, porque yo, al igual que Eusebio, tengo mis impresiones sobre las púberes, las veinteañeras, o las cuarentonas, ellas mismas, las mujeres, tienen sus propias visiones; luego, sería fantástico saber qué dicen al respecto: ¿está errado Ruvalcaba? Quiero decir con lo último que Las cuarentonas es una obra que debe interesar lo mismo a hombres y mujeres y transexualés: su esencia da para eso y muchó más.

Por todo, qué bueno que escritores comó Eusebio Ruvalcaba le entren a la lidia de toros tan difíciles, sobre todo porque él lo hace con su personal estilo lúdico y apelando a sus, a estas alturas, sobrados recursos literarios. Por último, agradezco al autor la dedicatoria del libro.
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-Eusebio Ruvalcaba: Amaranta.
By: Trejo Fuentes, Ignacio
Publication: Siempre!
Date: Wednesday, January 24 2001

Según se desprende de la lectura de su abundante obra, los vicios principales de Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, 1951) son las mujeres, la música y el ron; la literatura ocupa un lugar secundario en sus preferencias. Uno de sus libros anteriores, Las cuarentonas, es una disertación magnífica sobre las mujeres de todas las edades y condiciones, mientras que el más reciente es una especie de galería, presentada en forma de diccionario, de la A a la Z, de mujeres que Eusebio ha amado (y a veces sólo algo parecido). Así, de Angélica A Zulma, de Brenda a Yolanda, de Cynthia a Ximena desfilan por estas páginas finas, deliciosas y llenas de motivos de envidia.

Aunque se trate de mujeres perversas, duras, Ruvalcaba se refiere a ellas con infinita ternura, o gratitud o simplemente admiración. Por ejemplo, dice de Angélica: "Vi en sus ojos el centro del universo, vi a Mozart componiendo su Réquiem, y a Rafaello trazando los apuntes de su Escuela de Atenas; vi a mi madre caminar de la mano de mi padre mientras mis hermanas y yo los antecedíamos en sendos triciclos, una vieja tarde por Chapultepec, vi a un hombre deteniéndose con las uñas para salvar su vida al borde de un precipicio y a otro levantando los brazos al cielo con la cima del Everest a sus espaldas; vi a Brahms acariciando el rostro mórbido de una prostituta, y a mi padre exhalar su último aliento".

Por cierto, el amor de Eusebio por la música proviene de su padre, don Higinio Ruvalcaba, que ha sido uno de los mayores artistas (violinista, para más señas) que ha dado este país, su madre, por su parte, toca el piano.

En alguna parte de su libro, Eusebio Ruvalcaba afirma que la literatura es nada si se le compara con la música, y en el texto de la cuarta de forros, dice que "los presentes ejercicios (...) carecen de la menor pretensión literaria". Mas eso no es cierto, se trata de piezas literarias a todo lo largo y a todo lo ancho, no en balde su autor es uno de los mejores narradores de estas tierras.

El relato del final, el que da título al volumen, parece, en un principio, previsible, pues el tema de travestí que confunde a un hombre ya está muy trabajado, sin embargo, el autor le da un giro espectacular que lo rescata de lo anodino y lo llena de sentido, de humanidad.

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