martes, 24 de septiembre de 2019

Fácil es la ausencia


Fácil es la ausencia/ Reseña
Esdras Camacho



Sentí el placer de concluir la lectura de un libro más “Fácil es la ausencia” de Ulises Flores y enseguida apareció la nostalgia producto de la historia leída, una historia sino verídica, añorada y posible.

Mientras iba leyendo en el último de las dos mañanas que dediqué a la lectura percibí que el autor ha conquistado lo que pocos, ser novelista y poeta; entre otros oficios que cultiva como Historiador y Academico de la Universidad Pedagogica Nacional; Unidad 072 con sede en Tapachula.

Conozco poetas que no son novelistas o, que si lo intentan no lo alcanza en la dimensión exacta.

La anécdota que comunica Mariano el protagonista es el candoroso juego del amor preparatoriano que es temporal a veces, y como premio por un deseo no pronunciado al infinito se vuelve eterno.

Mariano es poeta y dice una mañana luego de amanecer al lado de Grecia “…En navidad no era necesario un árbol, porque imaginaría que sus ojos lo eran y serían sus lagañas, las esferas”.

Hay en los 26 mini capítulos que conforman la novela recurrentes atisbos de poesía romántica, lo narrado va de lo pueril a lo onírico, convence que quien escribe es un verdadero amante de la belleza de la palabra y de la vida, además de que en sus descripciones también aparece continuamente la filosofía popular que nos han heredado por generaciones nuestros padres: “Dice mi madre, el dinero es de este mundo… nosotros no”.

Este poeta ama y pasa de las palabras a los hechos, cuando escribe comunica que lee no solamente libros, sino los instantes que la convivencia con los otros le proporciona.

Me imagino este libro como cuando el papá pregunta a sus hijos ¿Quieren saber la historia de mi amor con su madre? Y ellos azorados responden sí.

Pienso que todos debemos leer historias así, frescas, con el gozo de que lo que el ser humano es dueño siempre es el ahora, y el futuro un poema que soñamos para nosotros mismos.

Agradezco que el autor me haya convidado alegremente  este ejemplar que es entretanto un bocadillo, porque estoy convencido que aun nos tiene preparado otro platillo literario  igual de suculento.

La máxima que corona este libro es un pensamiento del personaje que colocaría en el árbol un “Puto el que lo lea y no suspire”.

Motozintla Chiapas
24/09/2019



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